Guía para que vacacionar en Brasil no sea un dolor de bolsillo

La plena Primavera y los días más templados estimulan a más de uno a pensar en las vacaciones. Pero si bien en otras ocasiones la planificación de un viaje estaba más centrada en la discusión por la elección de la primera quincena de enero o la segunda de febrero, desde hace algunas temporadas ese dilema parece un detalle risueño si se lo compara con la estrategia que hay que poner en juego para invertir en el descanso ya sea dentro o fuera del país.

En tiempos de inflación, tipo de cambio desdoblado y el temor a una nueva devaluación, organizar la salida apenas con algunas semanas de antelación es un desafío que nadie se atreve a recomendar, sobre todo si lo que se busca es no dilapidar las finanzas personales. Aunque los economistas anticipen que producto de la incertidumbre cambiaria muchos de los que hace algún tiempo veraneaban en el extranjero se ahorrarán complicaciones buscando los balnearios argentinos, y ya se identifique una reducción del 40% en el negocio de las agencias de turismo, hay quienes todavía demuestran valentía y hasta logran conseguir por estos días algunas ofertas tentadoras en la pretensión de usar el pasaporte.

Entre los destinos estivales tradicionales, Brasil espera acaparar parte de dicho mercado menguado, pero anotarlo como opción exige este año tomar algunas precauciones, si es que el objetivo de disfrutar tiene el mismo nivel de relevancia que el de cuidar el bolsillo.

Bronceador y tarjeta

El uso del plástico en el extranjero se llevó al máximo posible cuando el cepo empezó a negarle dólares a los ciudadanos de a pie y esta temporada no será la excepción en Brasil. Aunque pasar por la web de Afip a tramitar la habilitación de algunos billetes sea una fija, al menos para recibir un no del sistema informático. “Cuando se implementó el 35% al turismo, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo se había acortado mucho y daba casi lo mismo pagar en efectivo comprado a precio blue que en tarjeta. Con la suba del paralelo de los últimos meses, vuelve a convenir tarjetear en el exterior, cambiar los dólares o lo reales en Argentina al regreso y con esa diferencia abonar el resumen de la tarjeta. Un procedimiento posible si es que se dispone de los billetes”, compartió el economista Nicolás Litvinoff, director del portal Estudinero.net.

Eso sí, algo de dinero físico en los bolsillos es ley. “No es bueno jugarse todo a una sola modalidad de pago, si es que ya están pensando en viajar sin efectivo. El último verano hubo problemas con usuarios. Después de hacer 5 o 6 débitos la tarjeta rebotaba en los posnet aunque existiera saldo. Una especie de límite no blanqueado por los bancos”, aportó el economista. Si es posible transferir a la cuenta corriente o la caja de ahorro, la tarjeta de débito permite deducir montos a la cotización cambiaria del día, evitando dolores de cabeza con la llegada del resumen de la tarjeta de crédito ante una eventual depreciación de la moneda local sobre el final del viaje.