Cómo es el modelo clever district con el cual se pensó Costa Bouchard

El gerente de MOR, Damián Calabrese imaginó Costa Bouchard mucho antes que los planos y las maquetas del megaproyecto de Granadero Baigorria vieran la luz. Primero observó la problemática en diferentes ciudades, después ordenó los conceptos en su cabeza y por último plasmó en papel el modelo clever district, concepto urbanístico que se opone al de smart city, donde todo está contemplado de antemano, la tecnología incorporada desde el comienzo, y los problemas futuros previstos en los papeles.  

“La mayoría de las ciudades grandes del mundo tienen las mismas problemáticas: de tráfico, de seguridad, de infraestructura. Entonces empezamos a pensar por qué las ciudades están colapsadas. Uno de los puntos que más nos llamó la atención, tiene que ver con lo lleno y lo vacío. En general, se tiende a echarle la culpa de los problemas en la ciudad a lo que está. Yo lo que empecé a ver era que el problema era al revés a como todo el mundo pensaba”, comenzó a explicar Calabrese en diálogo con punto biz.

“Hasta en Nueva York que es una ciudad súper poblada, hay lugares con la mitad de edificios por cuadra que debería haber y son esos espacios vacíos los que originan ese tipo de situaciones de colapso ya que, principalmente, alargan distancias”, siguió.

“El avance va haciendo que haya cambios de normas y los diseños no los siguen. Entonces empezamos a tomar cuenta de esas problemáticas y cuestiones que no están actualizadas y las empezamos a meter adentro de un concepto urbanístico que se contrapone con el concepto smart city que es hoy el más difundido en el mundo pero que creemos que es como agarrar un Falcon 65 y ponerle aire acondicionado, a veces va a andar y otras no, ¿por qué?, porque para que los avances tecnológicos tengan influencia sobre la vida cotidiana, el diseño tiene que estar integrado”, graficó Calabrese.

De este modo, con el concepto clever district lo que desde MOR hicieron fue contemplar la nueva tecnología e integrarla en un diseño desde cero, con todos los problemas resueltos de antemano y con toda la tecnología aplicada e integrada en el diseño. 

Así, una de las primeras cuestiones que notaron con respecto al uso del auto, por ejemplo, es que el tamaño de las manzanas de 100 x100 metros no tenía sentido: “Logramos una mejora muy grande estableciendo manzanas de 300x300, donde se producen menos cruces, se reduce la cantidad de accidentes, y además es mucho mayor la seguridad, ya que un delincuente que roba una cartera, al no tener cruces y no poder doblar, se torna mucho más fácil su persecución por parte de la policía”, detalló.

Otra cuestión sobre la cual han trabajado es en diferenciar los niveles de circulación: “Entendemos que un auto no puede circular al mismo nivel que una persona, porque eso ocasiona que un auto se pueda subir a la vereda. Tanto las bicicletas, como las personas, y los autos van a distintos niveles”, agregó.

En cuanto a infraestructura también es novedoso: “Estamos acostumbrados, a que se rompan calles o veredas para cambiar cables o arreglar cañerías, pero nosotros lo resolvimos de una manera muy sencilla, el espacio de abajo de las veredas es un lugar público que se le cede al privado con la contraprestación de que por ese lugar van a pasar los cables. Es decir, de entrada se integra al diseño y abajo de la vereda no hay más tierra, sino que hay un espacio técnico", explicó Calabrese.

Todo el concepto Calabrese decidió plasmarlo en un libro que está escribiendo y se llama “La ciudad de la gente”.